Aprovechando la tregua que nos ha dado la lluvia nos hemos puesto manos a la obra con Obélix.
La rutina ha consistido en paseos montado, donde pude observar las carencias en la doma del animal, muy normales por otra parte dada la edad que tiene, seguidos de trabajos con riendas largas con el mismo filete con el que lo montamos.
El animal acepta la collera el arnés, cadenas y ruidos de manera asombrosa, es mucho más controlable con las riendas largas que montado y no le faltan ganas de ir hacia delante aún arrastrando tablas y troncos.
Más acostumbrado como estoy al manejo de mulos, trabajar a este castrado me resulta muy gratificante por su docilidad, ganas de aprender y trabajar, sin un mal gesto.
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