La unánime petición del Senado de que el lobo ibérico sea especie cinegética al sur del Duero retrata claramente la también unánime ignorancia e hipocresía de los políticos. Ignorancia unánime porque esta medida supondría modificar la directiva de hábitats, algo fuera de la competencia del Senado y por tanto ilegal. Unánime hipocresía porque aducen que es para proteger a los ganaderos, y aunque ciertamente los sindicatos jaleen la moción, lo cierto es que resulta irónico que los políticos que han dejado a los ganaderos a merced de los mercados globalizados, de la especulación financiera con las materias primas, vengan ahora a preocuparse de las pérdidas que provocan los ataques del lobo.
Hay quienes apostamos por la convivencia con el lobo y por varias razones. Desde luego éticas: las derivadas de la conciencia de que no somos dueños de animales y campos, sino cuidadores, arrendatarios eco-dependientes. Pero también prácticas: por ejemplo son la solución a la sobrepoblación de cérvidos y sobre todo a la más generalizada de jabalíes (que están transmitiendo tuberculosis al ganado vacuno); además seleccionan genéticamente de un modo positivo a sus presas (al contrario que la cazapara trofeo); de otro lado su presencia es también un bien que se puede traducir en ingresos turísticos como bien saben en Sanabria y otras zonas de Castilla y Portugal. El lobo puede que venga a comerse alguna oveja, pero quizá venga también a ayudarnos a revalorizar el valor económico, cultural y ambiental del pastoreo, la belleza del trabajo de los mastines que tanto han ayudado a los pastores desde el neolítico, la riqueza de las tradiciones asociadas a la actividad pastoril.
Por ello afirmamos como pastores y ganaderos no representados por ASAJA ni UPA ni COAG, y tampoco por el Senado, que se abstengan de defendernos del lobo ibérico, una especie en peligro de extinción con la que no sólo podemos convivir sino que queremos hacerlo [con medidas que nos protejan], que no se amparen en nosotros para satisfacer intereses de cazadores, que no se burlen de las leyes de protección ambiental, que dejen al lobo en paz y si quieren hacer algo por la ganadería que ataquen al monopolio de comercialización que nos imponen precios cada vez más bajos de carne, leche, huevos, etc... esos depredadores sí que nos provocan estragos.
Hay quienes apostamos por la convivencia con el lobo y por varias razones. Desde luego éticas: las derivadas de la conciencia de que no somos dueños de animales y campos, sino cuidadores, arrendatarios eco-dependientes. Pero también prácticas: por ejemplo son la solución a la sobrepoblación de cérvidos y sobre todo a la más generalizada de jabalíes (que están transmitiendo tuberculosis al ganado vacuno); además seleccionan genéticamente de un modo positivo a sus presas (al contrario que la cazapara trofeo); de otro lado su presencia es también un bien que se puede traducir en ingresos turísticos como bien saben en Sanabria y otras zonas de Castilla y Portugal. El lobo puede que venga a comerse alguna oveja, pero quizá venga también a ayudarnos a revalorizar el valor económico, cultural y ambiental del pastoreo, la belleza del trabajo de los mastines que tanto han ayudado a los pastores desde el neolítico, la riqueza de las tradiciones asociadas a la actividad pastoril.
Por ello afirmamos como pastores y ganaderos no representados por ASAJA ni UPA ni COAG, y tampoco por el Senado, que se abstengan de defendernos del lobo ibérico, una especie en peligro de extinción con la que no sólo podemos convivir sino que queremos hacerlo [con medidas que nos protejan], que no se amparen en nosotros para satisfacer intereses de cazadores, que no se burlen de las leyes de protección ambiental, que dejen al lobo en paz y si quieren hacer algo por la ganadería que ataquen al monopolio de comercialización que nos imponen precios cada vez más bajos de carne, leche, huevos, etc... esos depredadores sí que nos provocan estragos.